lunes, 14 de febrero de 2011

El Mundo Después de Facebook



Un sólo post no será suficiente para hablar de Facebook y lo que rodeó el que haya transformado el mundo como lo conocemos, no sólo por eso... sino también porque este tema me interesa enormemente.

En las trampas que no se calculaban antes, ahora se bien que lo que ejerzo además de una reflexión, es publicidad misma.

Facebook no tiene publicidad directa, no vemos un anuncio de sus servicios en algún comercial propio, en alguna propaganda, ni siquiera en la famosa publicidad no tradicional. No la necesita.

Yo con esta reflexión, él con una charla, ella con el anuncio de que su producto está allí, hace más que suficiente. La única publicidad está dentro del Facebook mismo y es "invita amigos".
Ok. Somo amigos invitados y de paso le hago publicidad: no hay ninguna ingenuidad.
Pero antes de hablar de Facebook, hablaremos sobre este tiempo.

Sobre este tiempo

El mundo se hizo chico cuando se inventaron los medios de transporte. No era lo mismo estar en un pueblo cercano a otro conectado por caminos que transitaban caballos, a aquellos que se distanciaban de países o continentes. El invento de aviones, barcos, trenes y autos crearon autopistas que no son más que conexiones formando una red pequeña, luego más grande, pero en conclusión una red que implicaba el cuerpo.

No es cualquier cosa haber sacado al cuerpo de la ecuación de los vínculos interpersonales. En las últimas dos décadas, el cuerpo se vio transformado por lo virtual y no sin consecuencia.

Cuando el cuerpo ya no es necesario y tenemos un telégrafo que manda un mensaje, un teléfono con el que comunicarnos, la cuestión entre otras grandes cosas deja de ser un tema de distancia, para ser un tema de tiempo, se acortan los tiempos entre el mensaje y el receptor. No importa a qué distancia se esté, podemos mandar un mensaje, llamar, postear, escribir un correo, twitear.

Transformación #1: El tiempo y la Era de lo Inmediato



El cambio en el tiempo, se ve claramente en los niños de hoy. Pensar en la era arcaica del esfuerzo es hoy algo de abuelos, en la actualidad se vivencia una era de las ganas. (Dejemos apartado que ganas no es lo mismo que desear algo, también allí hay una cuestión de tiempo. Yo hoy tengo ganas de leer el diario, pero tal vez tenga el deseo de ser periodista).

Un niño ahora puede al mismo tiempo jugar un juego, leer sobre Alejandro Magno, hablar con un amigo en Korea y poner su tarea en Twiter en el que luego de un minuto obtuvo 60 respuestas sobre ello. Están con tantos estímulos visuales e informativos, que la única respuesta que encuentran del otro, es el de algún problema de Déficit de Atención, retraso madurativo porque no llegaron a aprender a leer y escribir en el tiempo que se estipulo por ejemplo, aunque manejan perfecto la Play o Internet. Y es que en esto muchos profesionales y padres no toman LA variable de que hoy existe una brecha generacional tan grande como nunca en nuestra historia.

Ser hijos de la era del esfuerzo, (que en ningún momento se puede pensar mejor), implicaba que nuestros padres, más aún nuestros abuelos, tenían un tiempo subjetivo, un tiempo propio muy distinto al actual. En el que había una distancia entre el objetivo y su conclusión. Ya sea para su fracaso o el éxito. El cortejo, las amistades poseían un tiempo de construcción distinto. El tener relaciones amorosas, encuentros sexuales, tratos comerciales, sociedades implicaba un tiempo más largo y una relación a ello mucho más sólida y perdurable debido a esto. Hoy en día y en virtud de los avances tecnológicos, la satisfacción a la que aspira el ser humano es a la inmediata, a una gratificación que se cumple sin espera. (Bauman)

Como psicoanalista y siguiendo a Lacan, creo que hay tres tiempos en el sujeto: instante para ver, tiempo para comprender y un momento para concluir.

El instante de ver, es exactamente eso, poner en panorámica los elementos de nuestro entorno, no sólo los visibles, también los emocionales. Es aquel, el de la percepción.

El tiempo de comprender, es aquel que captura lo que hemos percibido acerca de algo, aquel en el que le damos un sentido, una explicación a algo. Es un tiempo además de cálculo. Este es un atolladero más que una solución, este tiempo puede hacerse infinito, podemos darle sentido a todo y quedarnos el cálculo.

Y el tercer momento el de concluir, es el del acto. Del actuar no necesariamente impulsivo ya que hubo otros dos tiempos anteriores, sino de un acto como tal ya sea a beneficio o a perjuicio. Es como aquel libro que luego de su producción y su eterno escribir, por fin se publica.

Estos tiempos no corren en la actualidad de esta manera. Se salta muchas veces del instante de ver al de concluir. No hay espera, ya no se soporta la espera, en los niños se ve muy bien, no hay tolerancia y hay ganas. Lo crucial es que ahora y cada vez más, nuestra era es aquella que no tolera la espera. Ahora los padres tampoco la toleran: mientras compran el gadget que le ha pedido su hijo, paga las cuentas, responde un mail y habla con su esposa por el manos libres. Existe la sobrestimulación sólo que los adultos no toman Ritalin.

Ahora estamos bajo el imperio de el Instante de Ver: la mirada, ha enclipsado todo. Así es como juntamos dos cuestiones: el tiempo (que es ahora el instante, lo inmediato) y la mirada que es atravesada por la pantalla virtual.


Transformación #2: La era de la ventana.





Sherry Turkle, es socióloga y profesora de Ciencia, Tecnología y Sociedad del InstitutoTecnológico de Massachussetts, formada en psicoanálisis en Francia en los 70s, ha escrito un libro llamado: La Vida en la Pantalla, la Construcción de Identidad en la Era de Internet (a quien seguramente también mencionaré cuando hablemos de videojuegos)

Ahí habla de una cultura de la simulación, la cybercultura, en donde podemos ubicar en un espacio determinado nuestras fantasías, enredos, teorías, identidades, etc. como una reconducción de nuestra forma de construir la realidad ubicada en un lugar específico. Ella nos dice como la vida real es ya una ventana más en las múltiples ventanas que se abren en esta virtualidad, como si se dividieran las identidades y la vida real es una más de ellas.

No hay oposición en lo que es virtual y real, son sólo ventanas que como en un software se minimizan o maximizan. Es muy interesante ubicar al ordenador como un espacio de proyección nuevo donde ponemos nuestros propios dramas de manera muy distinta al de otros escenarios.

También nos señala, que el mismo ordenador ha cambiado con el correr del tiempo, en un principio, éste estaba al servicio de un ideal y el objetivo era la transparencia, la eficacia y el análisis y hora se ha dado paso a ideales más posmodernos atravesados por lo que ahora en en lugar de comunicación llamaríamos información.

Justamente Facebook nos muestra un ejemplo de este cambio. No hace mucho tiempo la tendencia era al anonimato, los nicks o apodos virtuales, protegiendo nuestra privacidad de algo que no se entendía muy bien como el Internet, queriendo mirar solamente, sin participar demasiado o exponernos mucho.

Con pautas claras, jugando con ciertas reglas de lo que quiere mostrar y saber del otro, Facebook captó además de la voyeur, la parte exhibicionista de la época, la fama lábil, la fotografía (instantánea), los diferentes perfiles, y la sensación de pertenencia de grupos virtualmente cerrados en los que abría la ventana para mirar y ser mirado.

Podemos ver como no sólo los vínculos de los otros se ha transformado, sino también nuestros vínculos con las maquinas, pero eso sería tema para otro post.

Por lo pronto seguiré hablando sobre Facebook en otra ocasión. Esto es todo por hoy, desde esta ventana. Minimicen y gracias.

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